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La rehabilitación del Museo de Carruajes Fúnebres de La Almudena, en la fase final de votaciones de la iniciativa Decide Madrid

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Tras las fases de propuestas, preselecciones y evaluaciones, la iniciativa del Ayuntamiento de Madrid Decide Madrid de presupuestos participativos, mediante la que la ciudadanía decide de manera directa a qué se destina una parte del presupuesto municipal, ha llegado finalmente a la votación final, la cual está teniendo lugar desde el pasado 15 de mayo y hasta el próximo 30 de junio. Durante esta etapa, todas las personas empadronadas en Madrid mayores de 16 años pueden votar proyectos para toda la ciudad y para un distrito concreto a su elección.

Dentro de los proyectos que se están sometiendo estos días a votación se encuentra la rehabilitación, mantenimiento y organización de visitas al Museo de Carruajes Fúnebres que alberga el Cementerio de La Almudena. Tras quedar sin uso y permanecer depositados en la antigua funeraria municipal de la madrileña calle de Galileo, en torno a 1994 una decena de históricos carruajes fúnebres fueron trasladados al madrileño recinto funerario que este 2017 cumple 130 años de historia.

El edificio que los alberga, de altísima bóveda, acoge nueve grandes vehículos; en su origen fueron de tracción animal como muestran, a ambos costados del conductor, bastidores curvos y correas así dispuestas para enjaezar las caballerías, tal y como publicaba El País hace un par de años en el artículo Secretas carrozas funerarias. El texto recoge que estos vehículos fueron reconvertidos a motor —Studebaker, Lincoln, Latil… de entre 4 y 8 cilindros y todos ellos de gasolina. Cabe ver también un simón de cuatro plazas, en el que los cuatro enterradores del cementerio acudían al trabajo desde Las Ventas. El peso de los negros y ornamentados carruajes —en ocasiones de hasta tres toneladas— determinaba que sus motores se calentaran sobremanera. Por ello, en los frontales de sus chasis figuran cruces a modo de insignias de la marca del automóvil, bajo las cuales el chófer podía ver los indicadores de la temperatura del motor.

Llama la atención la carroza llamada La Gloria, vehículo blanco para “párvulos y doncellas”, así como un enorme automóvil marrón con una espaciosa urna acristalada; en uno de sus flancos, cubriéndola con sus brazos, se halla la escultura doliente de una mujer de moño al estilo de las modelos de Julio Romero de Torres, que da nombre al vehículo: La Llorona. Fue el preferido para trasladar afamadas cupletistas, actrices y toreros. A su lado, otras berlinas funerarias, todas ellas alzadas sobre troncos de madera para preservarlas de humedades, exhiben su bruñida ornamentación —búhos, angelotes, santos y plañideras—, cuidada hasta el detalle más nimio: un celaje azul con golondrinas dibuja el techo del carruaje dedicado a los niños difuntos. Fastuoso resulta uno de los vehículos, totalmente dorado, con el volante a la derecha a la manera inglesa.

Otro artículo de ABC, bajo el títuloEl tesoro oculto del cementerio de La Almudena, afirma que “estas joyas permanecen en el olvido en una pequeña nave desde 1994. Ni la luz, ni el entorno  donde se encuentran realzan estas piezas, que son verdaderas obras de arte y que un día transportaron hasta su destino final a grandes personalidades de la política y la cultura española”.

 

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